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jueves, 4 de octubre de 2007

Cuestion de olfato

Tengo un amigo que…
Cuando alguien empieza a contarte algo de forma insegura y comienza con esta frase, es muy probable que ese amigo sea el mismo.
Pues bien, esto es lo que ocurre con el siguiente escrito…
…Tengo un amigo que hace un año dejó a su pareja, aquello fue una bomba, al menos para los ojos y la lenguas ajenas. Aquello fue una decisión sin ningún motivo y del todo gratuita, al menos para los ojos y las lenguas ajenas. Lenguas que incluso hoy lo desprecian, aunque eso si. A sus espaldas. De todas formas, después de un año el ya lo tiene superado. Le costó, pero pudo con ello.
Hace unos días me comento los verdaderos motivos de su decisión, y me quedé helado ante tales palabras.
Su pareja era una chica encantadora (es), inteligente, cariñosa, trabajadora, y además preciosa. Tan preciosa que era deseada (es) por muchos. Por muchos menos por mi amigo.
Aquella mujer tan especial a el no le hacía sentir bien, cada día que pasaba a su lado su idea de felicidad menguaba y su visión de la vida se empobrecía. Llegó un punto que cada día que pasaba era un dejarse llevar y un esperar a ver si esto cambia y me siento mejor.
Lo único que lo mantenía junto a ella era que la quería con locura. Pero cada día era más infeliz.
Sus problemas empezaron en la cama, sus relaciones sexuales eran nefastas. Ella se conformaba y el se comía el coco. Esto no funciona pensaba. Siempre he sido bastante activo en la cama y con ella soy incapaz de disfrutar. ¿Que es lo que fallaba?.
Pues bien, después de mucho indagar, y de mucho pensar, llegó a la conclusión que era una pura cuestión de olfato.
No le gustaba su olor.
Ya podía ponerse ella el mejor perfume del mundo, la mejor colonia, bañarse con los mas exquisitos jabones que a el no le afectaba lo más mínimo. La miraba como a una persona cualquiera, no como a su mujer, no como a su pasión.
Esa precaria actividad sexual. Les condujo a otros problemas. Discusiones constantes, malas caras, mal genio, mal humor, descaros, etc, etc, etc… Ahora eso si. Siempre de puertas para adentro. De puertas para fuera de cara a los ojos y las lenguas ajenas eran la pareja perfecta.
Hasta que un día el se levantó por la mañana y al mediodía la dejó. Se convirtió de repente en una rata de cloaca, en un ser despreciable para muchos. Y todavía hoy lo sigue siendo…
Aunque eso ya no le importa. El siempre había dicho que su olfato era sabio y que más que el cuerpo de una mujer, lo que más le atraía era su olor, su perfume, su aroma. Y esa chica jamás despertó ningún signo de pasión en el.
Hoy dice que su olfato no le falló, y que de nuevo le trajo la felicidad. Hoy dice que prefiere beber agua en un buen vaso de cristal y sentirse bien. A beber un gran vino en una copa de oro y sentirse desdichado.
Fuente: Marcos, de publicalpha.com