Representa querer formar una familia. Lamentablemente, cada dia los divorcios aumentan.
Contraer matrimonio es actualmente, y más que nunca, una decisión que plantea muchas inquietudes, no solamente respecto a si se podrá mantener vivo el enamoramiento, sino también sobre los aspectos que involucra el iniciar una vida juntos.
Hoy en día, cuando se es un joven “en edad casadera” y entra en nuestra vida una persona a quien podemos llegar a considerar nuestra pareja ideal, hay varias opciones a considerar: algunos eligen casarse, mientras que otros optan por vivir en unión libre, o de plano, por temor al compromiso y otro tipo de situaciones, hay quienes prefieren entablar un noviazgo en el que cada cual vive en su espacio y sólo comparten parte de su tiempo…
Las inquietudes que surgen son por ejemplo, quién será el jefe o la jefe de familia, quién puede en un momento dado sacrificar su trabajo, cómo se dividirá equitativamente el tiempo libre y el trabajo en casa, quien podrá desarrollar primero sus proyectos personales, cómo y quién manejará las finanzas de la pareja, etcétera.
A pesar de todas estas consideraciones, las estadísticas de matrimonios del INEGI comprueban que, tan sólo en 2006, se casaron en el Distrito Federal 42 mil 446 jóvenes. De estos, 12 mil 70 mujeres y 10 mil 70 hombres están entre los 20 y los 24 años.
Todavía hay muchas parejas en nuestro país que quieren casarse y que lo consideran un paso importante para consolidar su relación y una familia, aunque mucho depende del origen cultural de la pareja (religión, entorno, etcétera).
El matrimonio representa el querer formar una familia y es una muestra de querer llevar a cabo una relación seria y permanente. Aunque, ésto lo piensan antes de casarse, lamentablemente el índice de divorcios cada día es más alto.
Actualmente la convivencia entre las parejas es más problemática, la principal razón es que estamos altamente contaminados de la “belleza americana”, de las expectativas hollywoodenses de “y fueron felices para siempre…”; también está el hecho de que vivimos en una sociedad light en la que pocos entienden que relacionarse en pareja es un trabajo cotidiano, de mucha responsabilidad, que requiere autoconocimiento y conciencia. El problema es que en muchas ocasiones “no sabemos que no sabemos”.
Al tener las chicas acceso a más oportunidades, sus objetivos de vida pueden incluir su realización profesional y en pareja, lo que no necesariamente implica matrimonio.
Por otro lado, si la mujer ya está casada y por las razones que sea no está a gusto en su matrimonio, y cuenta con autonomía económica, es mucho más fácil que se divorcie.
El hombre ha quedado un poco en estado de indefensión, puesto que la mayoría de las madres mexicanas de los jóvenes actuales, todavía jugaron el rol de amas de casa, de forma que estos jóvenes se quedaron con ese patrón y aprendizaje. De pronto se encuentran con novias autónomas, con proyectos y objetivos personales, y la consecuencia es que se les crea una gran inseguridad acerca del cómo relacionarse con estas nuevas mujeres.
Las prioridades para las y los jóvenes de hoy son tener un buen trabajo que les permita aspirar a pertenecer a la clase media-alta en adelante, viajar, ser exitosos profesionalmente y posteriormente casarse, en ese orden.
Todos los seres humanos, casados o no, tenemos la responsabilidad de autoconocernos y esto implica tener claridad de nuestros orígenes familiares y cómo repercuten en la vida adulta, tener un pleno conocimiento emocional de nosotros mismos y un sano manejo de éste y fundamentar la relación sin expectativas idílicas.
Fuente: El Universal /México, D.F. - 17 de dic de 2007 Y El Siglo de Torreón.